Mi perro ha conseguido trabajo en una charcutería. Es el aparato rojo que desprende tickets con un número para que los clientes hagan cola. Así que ahora tiene que llevar un régimen especial. Sólo come prensa y revistas de economía cuyas páginas estén numeradas. Desde que gana dinero se muestra chulo y displicente, y se le ha puesto ese rictus tenso de los grandes triunfadores. Dice que tiene muchas posibilidades de ascender, que dentro de poco será el reloj digital del turno y en casa no para de ensayar. Se ha convertido en un trepa. Ahora me pisa, me mira por encima del hombro y me falta al respeto cada vez que yo hago algo mal.
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27 Enero 2003
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