13.3.10

bufanda al cuello

Me he enrollado una bufanda al cuello y poco a poco ha empezado a girar por mi cuerpo, bajando por los hombros, abrigando mi pecho, hasta que nos hemos fundido en un largo abrazo que nos ha ido uniendo cada vez más, hasta convertirnos en abrigo de lana y vendernos en un mercado a las afueras de una ciudad. Nos ha comprado un hombre muy mayor, solitario, con una casa destarlatada y fría. Un hombre sobrio, que cuida sus cosas y le duran una eternidad. Nosotros le abrigamos en silencio mientras él pasa los días de mercado en mercado, mirando macetas, puestos de frutas, tiendas de trenes en miniatura y postales antiguas de actrices y playas, escritas por desconocidos que desean lo mejor a familiares enterrados. Y cuando alguien le saluda sacamos pecho para que le luzca el abrigo como si lo acabara de comprar en una tienda de moda de gente joven de hace muchos años, en alguna otra ciudad.

2 Julio 2003

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