He soñado con Dalí. Pero el mío no tenía brazos. Así que me rodeaba el cuerpo con sus bigotes de pelo seco y me intentaba besar arqueando las cejas. Yo miraba hacia el fondo, a la cocina, y esuchaba el sonido de alguien fregando los platos. Y mientras Dalí me besaba con fuerza, yo intentaba hablar, decirle que necesitábamos un friegaplatos. Dalí y sus grandes ansias de fama y fortuna tenía a Gala lavando platos y a mí, expuesta luego en una vitrina, me sacaba brillo, convertida en taza.
26 Septiembre 2003
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