A veces me resbalo y me caigo y me hago roces en las rodillas o en las manos. Pequeñas heridas que tardan en cicatrizar. Y aprendo a moverme sin rozarme, a escribir sin apoyar el boli, o nuevas formas de caminar. Son heridas pequeñas con la que aprendes a vivir. Las vigilas, las cubres con una tirita para que nada las roce. Y un día, te chocas con una sorpresa mandona con moño y mandil, te arranca las tiritas sin avisar, y después de unos segundos de escozor, descubres que las heridas ya no está.
7 Julio 2003
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