¿Escribes siempre en el mismo lugar?
Escribo en cualquier parte, las ventanas pueden ser las de mi casa, las de un avión, las de un tren o, las mejores de todas, las de un hotel que esté a más de diez horas de avión. El mundo portátil es mi salvación: pones música, te aíslas y tu despacho te persigue a donde vayas.
¿Escuchas música mientras escribes?
Depende. Música que me guste pero no me distraiga, pero a menudo que sirva de banda sonora a lo que estoy contando. Si es una novela, me interesa menos lo que me apetece escuchar a mí que lo que le gustaría escuchar a los personajes.
¿Sueles llevar un horario estricto? ¿Cuál es la mejor hora?
Cualquier hora es buena, y si nadie ni nada me interrumpen, puedo estar escribiendo el día entero. Cualquier sitio es el mejor si no te hablan.
¿Utilizas cuadernos para tomar notas o lo haces todo a ordenador?
Sí, siempre llevo cuadernos pequeños, del tamaño de un libro de la colección Joya, de Aguilar. Me gusta que me los regalen mi mujer o mis amigos, mucho más que comparlos. Ahí tomo notas para las novelas y escribo los poemas, tacho, vuelvo a escribir y vuelvo a tachar los versos, siempre con tinta verde y, si hace falta, un millón de veces cada uno, pero jamás directamente en el ordenador.
Cuando estás muy metido en la escritura de un libro, ¿te cuidas a la hora de elegir las lecturas para que no te influyan?
La verdad es que no: leo lo que me apetece o, a la hora de documentarme para una novela, lo que necesito. No me gusta mezclar los géneros, eso sí que no.
¿Hay algo concreto que no puedas/debas hacer mientras escribes? Alguna manía…
No soporto que alguien se acerque y mire lo que estoy escribiendo, otros ojos en mi cuaderno o en mi pantalla son ofensivos.
¿Tienes lecturas de descanso?
Prefiero ver una película, o una serie. Cuanto mejor sea la primera y más estúpida sea la segunda, mejor. Aunque lo mejor para irse a otro mundo es un partido de fútbol, en el campo o por la tele.
¿Cómo es tu biblioteca personal?
Gigante.
¿La tienes ordenada de alguna manera?
Sí. Poesía en mi despacho, siempre a mano, que yo levante la cabeza y me miren Lorca o Neruda. Narrativa en otra parte, la extranjera en unas paredes y la española en otras. La filosofía y el ensayo, especialmente sobre poesía, en un par de muebles cerrados con llave, y el resto, donde se pueda. Tengo más libros que metros cuadrados.
¿Eres fetichista con el libro como objeto?
No mucho. Me gustan, eso sí, los libros dedicados, verle la letra a los autores.
¿Qué casa de escritor te hubiera gustado visitar o has visitado y te ha fascinado?
Fascinarme, muchas, la de Isak Dinesen cerca de Copenhague, la de Neruda en Isla Negra, la de Lorca en Granada o la de Hemingway a unos kilómetros de La Habana. Pero la que me gustaría tener es la de Dámaso Alonso en Madrid, desde que la vi sueño con un salón de dos pisos, libros de arriba abajo: una pasada. Le pregunté cuántos tenía y me dijo: “Pues, no sé, unos cuarenta mil… Pero hay más en el sótano.”
¿Te molesta que se doblen las páginas, que se arrugue el lomo al abrirlo demasiado, subrayas, anotas en sus páginas…?
Si subrayas un libro mío o apuntas algo en él, hemos terminado.
¿Tienes algún tesoro en tu biblioteca? Primeras o raras ediciones, dedicatorias…
Cientos.
¿Tienes algún rincón especial en tu casa para leer?
No, me da igual, me pongo donde se pueda, tengo un despacho, pero si mi mujer está con sus amigas, por ejemplo, o mi hija con las suyas, me voy a otra parte.
¿Lees poesía?
Siempre leo poesía. Siempre la escribo. Los aeropuertos son un buen lugar para leer poesía.
¿Sueles acudir a bibliotecas?
No mucho, salvo que lo necesite o vaya a dar una conferencia a ellas, aunque en esos casos algunas me gustan mucho.
¿Hay algún clásico con el que, por alguna razón, no hayas podido?
Rimbaud me parece una lata.
¿Qué clásico que sabes que vas a disfrutar no has leído aún?
Yo creo que los he leído todos, la verdad.
¿Hay algún tipo de libros que nunca leerías?
En principio, no. Obviamente no leo muchos best-sellers, pero muy de vez en cuando, cae alguno, siempre que me lo recomiende alguien en quien confíe, por supuesto.
¿Cuándo viajas escribes?
Sí, bastante.
¿Has coincidido alguna vez con alguien por la calle o en el metro, leyendo uno de tus libros?
Sí, y es agradable. Los lectores siempre son personas que da gusto encontrarse.
¿Libro en papel o digital? ¿Tienes Kindle o algún tipo de lector electrónico?
iPad. De momento, papel para lo que me importa y tableta para los libros de trabajo. O para libros en inglés, aunque tampoco muchos: como mi mujer es azafata y yo muy chulo, cuando sale algo que me interesa, me lo voy a comprar a Londres.
Depende. Música que me guste pero no me distraiga, pero a menudo que sirva de banda sonora a lo que estoy contando. Si es una novela, me interesa menos lo que me apetece escuchar a mí que lo que le gustaría escuchar a los personajes.
¿Sueles llevar un horario estricto? ¿Cuál es la mejor hora?
Cualquier hora es buena, y si nadie ni nada me interrumpen, puedo estar escribiendo el día entero. Cualquier sitio es el mejor si no te hablan.
¿Utilizas cuadernos para tomar notas o lo haces todo a ordenador?
Sí, siempre llevo cuadernos pequeños, del tamaño de un libro de la colección Joya, de Aguilar. Me gusta que me los regalen mi mujer o mis amigos, mucho más que comparlos. Ahí tomo notas para las novelas y escribo los poemas, tacho, vuelvo a escribir y vuelvo a tachar los versos, siempre con tinta verde y, si hace falta, un millón de veces cada uno, pero jamás directamente en el ordenador.
Cuando estás muy metido en la escritura de un libro, ¿te cuidas a la hora de elegir las lecturas para que no te influyan?
La verdad es que no: leo lo que me apetece o, a la hora de documentarme para una novela, lo que necesito. No me gusta mezclar los géneros, eso sí que no.
¿Hay algo concreto que no puedas/debas hacer mientras escribes? Alguna manía…
No soporto que alguien se acerque y mire lo que estoy escribiendo, otros ojos en mi cuaderno o en mi pantalla son ofensivos.
¿Tienes lecturas de descanso?
Prefiero ver una película, o una serie. Cuanto mejor sea la primera y más estúpida sea la segunda, mejor. Aunque lo mejor para irse a otro mundo es un partido de fútbol, en el campo o por la tele.
¿Cómo es tu biblioteca personal?
Gigante.
¿La tienes ordenada de alguna manera?
Sí. Poesía en mi despacho, siempre a mano, que yo levante la cabeza y me miren Lorca o Neruda. Narrativa en otra parte, la extranjera en unas paredes y la española en otras. La filosofía y el ensayo, especialmente sobre poesía, en un par de muebles cerrados con llave, y el resto, donde se pueda. Tengo más libros que metros cuadrados.
¿Eres fetichista con el libro como objeto?
No mucho. Me gustan, eso sí, los libros dedicados, verle la letra a los autores.
¿Qué casa de escritor te hubiera gustado visitar o has visitado y te ha fascinado?
Fascinarme, muchas, la de Isak Dinesen cerca de Copenhague, la de Neruda en Isla Negra, la de Lorca en Granada o la de Hemingway a unos kilómetros de La Habana. Pero la que me gustaría tener es la de Dámaso Alonso en Madrid, desde que la vi sueño con un salón de dos pisos, libros de arriba abajo: una pasada. Le pregunté cuántos tenía y me dijo: “Pues, no sé, unos cuarenta mil… Pero hay más en el sótano.”
¿Te molesta que se doblen las páginas, que se arrugue el lomo al abrirlo demasiado, subrayas, anotas en sus páginas…?
Si subrayas un libro mío o apuntas algo en él, hemos terminado.
¿Tienes algún tesoro en tu biblioteca? Primeras o raras ediciones, dedicatorias…
Cientos.
¿Tienes algún rincón especial en tu casa para leer?
No, me da igual, me pongo donde se pueda, tengo un despacho, pero si mi mujer está con sus amigas, por ejemplo, o mi hija con las suyas, me voy a otra parte.
¿Lees poesía?
Siempre leo poesía. Siempre la escribo. Los aeropuertos son un buen lugar para leer poesía.
¿Sueles acudir a bibliotecas?
No mucho, salvo que lo necesite o vaya a dar una conferencia a ellas, aunque en esos casos algunas me gustan mucho.
¿Hay algún clásico con el que, por alguna razón, no hayas podido?
Rimbaud me parece una lata.
¿Qué clásico que sabes que vas a disfrutar no has leído aún?
Yo creo que los he leído todos, la verdad.
¿Hay algún tipo de libros que nunca leerías?
En principio, no. Obviamente no leo muchos best-sellers, pero muy de vez en cuando, cae alguno, siempre que me lo recomiende alguien en quien confíe, por supuesto.
¿Cuándo viajas escribes?
Sí, bastante.
¿Has coincidido alguna vez con alguien por la calle o en el metro, leyendo uno de tus libros?
Sí, y es agradable. Los lectores siempre son personas que da gusto encontrarse.
¿Libro en papel o digital? ¿Tienes Kindle o algún tipo de lector electrónico?
iPad. De momento, papel para lo que me importa y tableta para los libros de trabajo. O para libros en inglés, aunque tampoco muchos: como mi mujer es azafata y yo muy chulo, cuando sale algo que me interesa, me lo voy a comprar a Londres.
1986:. Un caso sencillo (Poesía)
1991:. El corazón azul del alumbrado (Poesía)
1992:. Asuntos personales (Poesía)
1995:. Cobijo contra la tormenta (Poesía)
1995:. Raro (Novela)
1996:. Nunca le des la mano a un pistolero zurdo (Novela)
1996:. Dónde crees que vas y quién te crees que eres (Novela)
1998:. Todos nosotros (Poesía)
1998:. Alguien se acerca (Novela)
1999:. No sólo el fuego (Novela)
2000:. La nieve está vacía (Novela)
2000:. Siete maneras de decir manzana (Ensayo)
2001:. Los nombres de Antígona (Ensayo)
2002:. Ecuador (poesía 1986-2001) Poesía (recopilación)
2002:. Iceberg (Poesía)
2002:. A la sombra del ángel (13 años con Alberti) (Memorias)
2003:. Jamás saldré vivo de este mundo (Relatos)
2004:. Carmen Laforet (Escrito con Teresa Rosenvinge) (Biografía)
2006:. Marea humana (Poesía)
2006:. Mala gente que camina (Novela)
2009:. Romper una canción Ensayo biográfico sobre la composición de las canciones del disco Vinagre y rosas junto a Joaquín Sabina
2011:. Operación Gladio (Novela)
2012:. Pura lógica
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