Tenía un gato sordo que le perseguía por toda la casa y el jardín como si fuera un perro. El escritor adoraba a aquel animal hasta tal punto, que cuando murió, se hizo un abrecartas con sus restos.
Dickens también tuvo a un cuervo como mascota. Lo convirtió en un personaje de una de sus historias, y lo disecó tras su muerte para que permaneciese siempre con él.
Además, este hombre era incapaz de dormir si su cama no estaba colocada en posición norte-sur.
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