25 Noviembre 2002
11.3.10
Calcamonía
Cuando era pequeña, un día mi padre me llevó al parque de atracciones. En la entrada me pusieron en la mano una calcamonía del Oso Yogui sujetando un globo rosa, y todavía no se me ha quitado. Lo he intentado todo: aguarrás, lejía, piedra pómez, jabón, acetona, alcohol... Han pasado veinte años y el dibujo sigue intacto. Ni las pequeñas orejas del animal se han visto afectadas. Ni siquiera el hilo que sostiene el globo. Y para mí supone un defecto mucho peor que el que tiene gafas de culo de botella o tartamudea al hablar. Cada mañana me enfrento a mi Oso Yogui y me dan ganas de llorar. Pensé que con el tiempo aprendería a convivir con él. Pero no. He pensado en quemarme la mano, en operármela, en amputármela. Y lo peor de todo es cuando me preguntan por qué llevo una calcamonía. Por qué no llevo una pulsera, que es lo que ahora ponen en los parques de atracciones.
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