Esta mañana entra silenciosamente en mi cuarto y con cuidado me intenta despertar. Me acaricia suavemente, me besa los hombros, me hace cosquillas en la piel. Me despierto sonriente, sin abrir los ojos, le abrazo, le atraigo hacia mi cama, nos enredamos, y le meto entre mis sábanas calientes aún. Le beso suavemente sin saber dónde, hasta que me echa su aliento en la cara, me clava su hueso de goma en la oreja, me pega un rabazo en el ojo, y me ladra para que me levante ya.
18 Febrero 2003
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