11.3.10

Gladiadora romana

Siempre supe que terminaría mal. Pero como una gladiadora romana jamás me pasó por la mente. Grasienta y musculosa, con una reluciente espada que me pesa como demonio al cuello, aunque por lo menos mantengo mi melena al viento. Y soy la reina de las fiestas gays y las piezas de piedra que tanto decoran en jardinería. Me alquilan por horas, para bacanales, orgías, bodas y divorcios. Si me meten unos euros extra por los recovecos de mi traje de bronce, hasta escupo chorros de agua por la boca mientras saco bola y alzo mi espada al viento.

4 Marzo 2003

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