Jugando a las chapas en un circuito de arena que pasa por debajo de las raíces de un árbol enorme en un parque, termino con las uñas negras. Me acerco a la fuente a lavarme y al no conseguir agua acerco el ojo al final del grifo y te veo metida dentro de una gota, de la que tratas de salir. Te toco con la punta de un dedo y la bola de agua se deshace en una mancha de humedad. Te secas en la palma de mi mano mientras te observo, moviendo las patas, como si te liberaras de un incómodo frac, y cuando lo consigues, rápidamente echas a volar.
1 Julio 2003
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