He pagado a un hombre para que se acueste conmigo. Le he pedido que me acariciara el cuello, el interior de mis muslos. Poco a poco he descubierto que lo hace bien, como a mí me gusta, y me he enganchado a él, a su servicio. Pero no me puedo permitir este gasto tan constante, así que opto por prostituirme, para poder pagarle. Y mi primer cliente resulta ser él. Pero me engaña y se va sin pagarme.
27 Febrero 2003
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