12.3.10

La Napolitana

Llevaba muchos años comiendo en ese lugar. Allí había compartido cigarrillos, botellas de vino, platos de pasta y alguna conversación vulgar. A veces también iba solo, leía la prensa, miraba por la ventana y veía la gente pasar. Tenía camisas manchadas de salsa, servilletas en los bolsillos con el nombre del local.
Un día, nada más entrar, el dueño quiso hablar con él. En privado, le dijo. Le siguió hasta un almacén destartalado, y allí el dueño se lo comunicó. Iban a cerrar el local, pero no sin antes devolverle lo que era suyo. Le entregó una polvorienta caja de cartón, y se despidieron tristemente.
Hasta la noche no pudo tener la suficiente tranquilidad para abrir la caja. Estaba llena de fotografías de desconocidos sentados en aquel local. Todos manchados de salsa, mirando por la ventana, viendo a la gente pasar.

14 Mayo 2003

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