11.3.10

Las descargas de dios

El Señor ha venido a mí y me ha nombrado su apóstola. Yo le he dicho que me conformaba con discípula, pero él ha insistido. Y es que es un cielito. Así que ahora mi vida transcurre igual que antes, pero mi cabeza está coronada por un aura que tengo que cubrir cada vez que llueve para que no se oxide, y tengo la obligación de ser una buena persona. Como no estoy acostumbrada y Él lo sabe, me ha instalado un dispositivo que me da una descarga eléctrica cada vez que me porto mal. Y me porto mal muy a menudo. Tanto, que le estoy cogiendo el gusto al tema de la descarga y se me ponen duros los pezones cada vez que veo venir el chispazo. Se han dado cuenta los otros doce, y no paran de tentarme a pecar. Y una no es de piedra. Me estoy convirtiendo en la reina del pecado capital. Soy soberbia, avara, lujuriosa, con una ira que tira de espaldas, muy envidiosa, tengo una gula impresionante, y una pereza que no te quiero ni contar.

20 Enero 2003

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