Tengo las tetas inmensas. Tengo las tetas tan grandes que no recuerdo la última vez que un hombre me miró a la cara. Y gracias a mis tetas he conseguido todo tipo de proposiciones. Las más bonitas son las de los jubilados, que por ellas son capaces de ofrecerme hasta su pensión. Les encantan. Lo que no entiendo es cuando se me escapa el autobús y corro tras él. Entonces la del estanco me grita todo tipo de improperios. ¿No se da cuenta esta señora de que a quien le pesan es a mi? Supongo que ver botar a mis tetas debe ser un verdadero placer. Sobre todo por la cara que ponen los transeuntes. A mi me causa un leve dolor, pero disfruto viendo que los demás también lo hacen. Y es que siempre he tenido un corazón muy grande. Siempre pensando en los demás. Aunque no me conozcan. Aunque no me miren. Ay, qué gran corazón.
5 Noviembre 2002
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