14.3.20

Diario de una pandemia. Día 1.

Me despierto tras una pesadilla. A Brenan le faltan las dos patas delanteras porque se las han amputado y casi no se puede ni mover. La miro y parece un canguro, se apoya para moverse por las dos que le quedan, las de atrás. "Qué he hecho", me pregunto horrorizada. Mi tía Carmen me dice que mejor tener un perro muerto que un perro sin movilidad. Decidimos que mañana la llevamos al veterinario y la ponemos a dormir. Yo me siento junto a ella y la abrazo. Me pongo a llorar. La perra no parece que esté especialmente mal y me asusto aún más porque no sé distinguir cuándo mi perra está bien de cuando está mal de cuando está fatal.

Son las 8,43h. Hay algo de tráfico, muy poco, y dos o tres personas caminan por la Avenida de la Albufera. Menos mal que me mudé a Vallecas justo a tiempo, el fin de semana pasado. Qué habría pasado si no hubiera sido así.

Ayer Pedro Sánchez declaró el Estado de Emergencia. En mi trabajo están muy nerviosos. Juanmi ha decidido que no trabajo nada y por lo visto le grita a Vicente por mi culpa cuando yo no estoy. Vamos, que el mes que viene estoy en el paro. Otra vez.

Me llama Jacobo para contarme que su hijo, que es grupo de riesgo por sus problemas respiratorios, ha pasado la noche en el hospital. Él ha perdido todos los trabajos y proyectos que tenía, e Iria, su mujer, mañana cierra la tienda de tartas. Entro en twitter y leo a un montón de gente que está siendo despedida, o preocupadísima porque lo van a estar. SI aún no nos hemos recuperado de la crisis del 2008, ahora esto.

Misión: Sacar la bici estática de la terraza y hacer ejercicio todos los días. Escribir todos los días. Hacer dieta. Mantenerme sana para cuidar mi cabeza y no volver a caer en la depresión.

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