20 Febrero 2003
11.3.10
Mejores días
Mi casa tiene las puertas abiertas de par en par. Las ventanas, los balcones, y las cortinas vuelan iluminadas por el sol y planchadas por el viento que ventila cada rincón. Un leve sonido de roces de todo lo que se balancea con el aire y roza, se confunde con el de las hojas de los árboles del exterior. Pero no hay pájaros, ni coches, ni gente que disturbe este silencio mezclado, producido por mi casa y el exterior. Yo observo todo tumbada desde un sofá. Escucho, me refresco, y observo los visillos bailando a mi alrededor. La luz va cambiando guiada por unas nubes que yo sólo intuyo, y que a veces juegan con el sol. Se me cierran los ojos y escucho mi respiración, lenta, suave como el viento, hasta que los sueños se funden, se enredan, me esconden, y me guían hacia el sol. Su luz me envuelve, me cuida y me alimenta, y no vuelvo a despertar. Dejando una casa vacía, abierta, libre y en paz.
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