23.11.14

Domingo


Me despierto un domingo por la mañana lluvioso y salgo a pasear a Brenan. Un anciano rebusca en las papeleras y cubos de la basura del parque de asfalto y cemento que hay en la esquina de la calle de arriba. Mi perra se acerca, se sienta a su lado mientras el hombre mete el brazo hasta el fondo de una papelera, y la perra empieza a mover el rabo convencida de que en cualquier momento va a sacar una pelota. El hombre se gira hacia mí, yo hago como que no le veo, pero al descubrir que no está solo se va hacia un cubo más lejano. Al llegar a él vuelve los hombros para buscarme, y al ver que continúo donde estaba, se aleja definitivamente.

La plaza tiene restos de comida por todas las esquinas, latas, ropa tirada, zapatos, bolsas de basura, y dos correas de perros con collares de pinchos enlazadas y abandonadas en el suelo. Delante de un banco hay una vomitona, y el sonido de la manguera de un hombre negro regando la calle inunda el silencio.

De vuelta a casa me cruzo con dos mujeres que pasean a sus perros, uno cojo y con un ojo vendado, y el otro tan viejo que parece un trapo mojado.

Hace frío. En mi casa más. 


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