Mi mejor colega se llama Paco y debe estar pasando un calor espantoso. Estamos a 35 grados y él ahora está trabajando. Su misión para llegar a fin de mes, es pasarse todo el día en una pista de aterrizaje del aeropuerto, trasladando maletas desde un avión a la cinta giratoria donde los viajeros recogen el equipaje. Cuando no hace calor, debe ser un trabajo entretenido, digo yo, vamos. Porque por él no lo sé, él nunca habla del tema. A veces suelta algún que otro comentario por la calle, como “esos carritos de niño son dificilísimos de plegar”, y ahí queda eso. Yo sin embargo no trabajo. Lo dejé cuando murió mi padre y heredé varios pisos que tengo alquilados. Era el encargado de la sección de colchones y alfombras del corte inglés, y viajaba constantemente. Pero sólo me daba tiempo a visitar el bar del hotel. Era una pesadilla. Por eso lo dejé. Ahora divago. Deambulo por la vida y se me da bien. La gente me pregunta si no me aburro, si no me deprimo, pero es como todo, que necesitas tu tiempo, un poco de entrenamiento. Ahora lo llevo bien, pero al principio recuerdo que me resultaba complicado inventarme cosas que hacer. Ahora no paro. Se me va el tiempo, se me pasa volando. No es que esté estresado, pero cuando me pongo a hacer algo, no sé por qué, nunca me da tiempo. Ayer decidí ponerme a lijar una estantería para pintarla después, y he visto que no acabaré por lo menos en un par de semanas. Por eso estoy tan liado. Sin embargo Paco, cuando sale de trabajar, nunca hace nada. A parte de beber cervezas en un bar, ver la tele o ensayar. Porque toca la guitarra eléctrica. No tiene un grupo, sino un colega que toca el órgano, y organizan karaokes por el barrio. La gente les pide canciones que quieren cantar, ellos las ensayan, y cada tres meses tocan y todo el barrio canta, todos saltan y gritan en un local. Se lo toma muy en serio. Yo nunca voy a verles o a escuchar. Yo siempre canto la misma: “Y yo sé que esta vez sin duda viene a por mí, acabaré con él, sí... algo tendré que hacer...”. Me gusta. Y la gente se la sabe y la corea. Es emocionante ver a todo el barrio animándote mientras tú agarras el micro y les miras con cara de malo desde el escenario. Luego, cuando bajas, te dan la enhorabuena.
16 Junio 2005
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