A veces, aunque el suelo esté muy cerca, uno se siente caminando sobre una cuerda floja. Avanzas lentamente con miedo a caerte, con un pie delante del otro, el cuerpo tenso, y la mirada fija en un punto para no perder el equilibrio. Hasta que te topas con un pobre árbol robusto que te mira desorientado porque no sabe lo de tu miedo. Y tú te lanzas a alcanzarlo, lo abrazas fuerte, respiras hondo, y en seguida le sueltas, te sacudes la ropa, y ya no te atreves a mirarlo.
29 Mayo 2003
No hay comentarios:
Publicar un comentario