La señora Armitage va por su cuarto matrimonio, es madre de un montón de hijos y quiere tener más porque, según ella misma, traer hijos al mundo es algo que se le da bien. La maternidad es lo que hace de ella un ser humano importante, pero esta idea no encaja en los planes de su actual marido Jake, un guionista de éxito que le hace creer que la única manera de salvar el matrimonio que él mismo ha abandonado a base de mentiras e infidelidades, es impidiendo el nacimiento de un nuevo bebé.
Esa brutal soledad en compañía que sufre la protagonista, una superviviente más de esa cosa que tan fácilmente se puede convertir en algo tan falso como convencional llamado matrimonio, esa fragilidad emocional resulta tan conocida como desgarradora.
¿Creéis que los hombres se comportan así? Puede que no. Un hombre tiene que estar borracho o loco o desquiciado por el talento para comportarse como una mujer. Pero he conocido hombres que lloran, que intentan rezar; he conocido hombres cuya pasión por la banalidad excedía con creces la mía; he conocido hombres más débiles y gustosamente victimizados por las circunstancias que yo. Hasta el amor, que se supone que nos obsesiona a todas nosotras, puede preocupar a algunos hombres hasta el extremo en que dejan de luchar…
Dice la escritora irlandesa Edna O'Brien:
«Impactante… Todas y cada una de las mujeres que conozco deberían leer este libro al menos una vez en la vida.»Yo añadiría que ojalá todos los hombres lo hiciesen también.
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