Recuerdo un día, cuando era pequeña, que estaba tan aburrida en casa que pensé "pues nada, me siento y escribo un libro". Me senté delante de la mesa, con mi lápiz y unos folios y comenzé a escribir. Aún recuerdo la historia. Era una mezcla incomprensible de todos los dibujos animados y los libros que había leído. La protagonista era una niña rubia que bajaba escaleras eternas y se iba encontrando con ratones, dragones, brujas, bichos con monstruosas mandíbulas, cruzaba túneles, saltaba de planeta en planeta, caía por toboganes y luchaba contra arañas asesinas y serpientes venenosas. Lo dejé porque no se me ocurría ningún final. Entonces me levanté a enseñárselo a mi madre, que estaba muy liada con otra cosa, y me dijo "es mejor que escribas sobre las cosas que conoces". Volví a mi cuarto, me senté frente a un nuevo folio en blanco, y a veces creo que todavía sigo allí.
5 Junio 2003
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