En 1921 T.S. Eliot llevaba cuatro años trabajando en el Lloyds Bank para poder sobrevivir, cuando tuvo que dejarlo por culpa de un “desorden nervioso”, y con el lujo que le suponía tener tiempo, el hasta entonces poeta a tiempo parcial, centró toda su atención en terminar su gran obra maestra “The Waste Land” (La Tierra Baldía).
Publicada en 1922, aquella inquietante obra se convirtió en un hito del modernismo. Ezra Pound, absolutamente impresionado con ella, declaró: “Algunos consideramos que el hecho de que Eliot tenga que trabajar en un banco supone la peor pérdida de tiempo en la literatura contemporánea”.
Por supuesto, financiar la poesía es un problema tan viejo como la poesía misma. Otros autores lo consiguieron con más facilidad al proceder de familias adineradas, como Emily Dickinson o Lord Byron, mientras que tantos otros tuvieron que sobrevivir a duras penas para poder terminar sus trabajos.
Pound, decidido a ayudar a Eliot para que consiguiera vivir de sus escritos y no de su trabajo precario en aquella institución, sabía que le iba a ser muy difícil conseguir mecenas entre la alta sociedad para tales fines. Así que ideó un método revolucionario de mecenazgo.
Ideó una campaña, le puso un nombre: Bel Esprit, y elaboró un folleto en el que pedía a los suscriptores 50$ al año. El objetivo era conseguir que Eliot contase con 1,500$ al año durante cinco años, y así poder vivir de su trabajo de escritor.
Así, Ezra Pound no solo había montado sin saberlo una campaña de marketing, sino que había descubierto el crowdfunding.
Pound la veía como algo que después rendiría dividendos a toda la humanidad, y no fue el único, puesto que la campaña fue un éxito. Logró convencer a varios amigos artistas — incluyendo el poeta William Carlos Williams, quien también tenía que subsistir gracias a un trabajo alimenticio. Incluso Ernest Hemingway ayudó a recaudar fondos para T.S. Eliot, aunque por lo visto se los terminó bebiendo.
Vía: My own private book club
Ideó una campaña, le puso un nombre: Bel Esprit, y elaboró un folleto en el que pedía a los suscriptores 50$ al año. El objetivo era conseguir que Eliot contase con 1,500$ al año durante cinco años, y así poder vivir de su trabajo de escritor.
Así, Ezra Pound no solo había montado sin saberlo una campaña de marketing, sino que había descubierto el crowdfunding.
Pound la veía como algo que después rendiría dividendos a toda la humanidad, y no fue el único, puesto que la campaña fue un éxito. Logró convencer a varios amigos artistas — incluyendo el poeta William Carlos Williams, quien también tenía que subsistir gracias a un trabajo alimenticio. Incluso Ernest Hemingway ayudó a recaudar fondos para T.S. Eliot, aunque por lo visto se los terminó bebiendo.
Vía: My own private book club
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